LOS MÁRTIRES FUERON INNUMERABLES
(UNA MUCHEDUMBRE INGENTE, SEGÚN TÁCITO), Y SE LES HIZO MORIR ENTRE REFINADOS
TORMENTOS: CRUCIFICADOS, ARROJADOS A LAS FIERAS EN EL ANFITEATRO, ENVUELTOS EN
PIELES DE ANIMALES PARA LOS PERROS, O CONVERTIDOS EN ANTORCHAS VIVIENTES EN LOS
JARDINES VATICANOS.
EN EL SIGUIENTE TEXTO DEL HISTORIADOR TÁCITO, CONTEMPORÁNEO
A LOS HECHOS, DESCRIBE EL INCENDIO, LA ACUSACIÓN A LOS CRISTIANOS Y LAS
CRUELDADES QUE LES HACÍAN:
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